domingo, 14 de junio de 2009

Algo de un grande I (Khalil Gibrán)

De su obra maestra "El Profeta", les comparto:

LAS DOS CIUDADES

La vida me tomó en sus alas y me condujo a la cumbre del Monte de la Juventud. Después me señaló a su espalda y me invitó a que mirase hacia allá. Ante mis ojos se extendía una ciudad extraña, de la cual emergía una humareda oscura de múltiples matices, que se movían lentamente como fantas­mas. Una tenue nube ocultaba casi completamente la ciudad de mi vista.
Tras un momento de silencio, exclamé:
-¿Qué es lo que estoy viendo, Vida?
Y la Vida me contestó:
-Es la Ciudad del Pasado. Mira y reflexiona.
Contemplé aquel escenario maravilloso y distinguí nume­rosos objetos y perspectivas: atrios erigidos para la acción, que se erguían como gigantes bajo las alas del Sueño; templos del Habla, en torno a los cuales rondaban espíritus que llora­ban desesperados o entonaban cánticos de esperanzas. Vi iglesias construidas por la fe y destruidas por la Duda. Divisé minaretes del Pensamiento, cuyas espirales emergían como brazos levantados de mendigos; vi avenidas de Deseo que se prolongaban como ríos a lo largo de los valles; almacenes de secretos custodiados por centinelas de la Ocultación, y saqueados por ladrones de la Revelación; torres poderosas erigidas por el Valor y demolidas por el Miedo; santuarios de Sueños embellecidos por el Letargo y destruidos por la Vigi­lia; débiles cabañas habitadas por la Fragilidad; mezquitas de Soledad y Abnegación; instituciones de enseñanza iluminadas por la Inteligencia y oscurecidas por la Ignorancia; tabernas del Amor, en que se emborrachaban los enamorados, y el Despojo se mofaba de ellos, teatros en cuyos tablados la Vida desarrollaba su comedia, y la Muerte ponía el colofón a las tragedias de la Vida.
Tal es la llamada Ciudad del Pasado -aparentemente muy lejos, pero en realidad, muy cerca- visible apenas a través de los crespones tenebrosos de las nubes.
Entonces la Vida me hizo una señal, mientras me decía:
-Sígueme. Nos hemos detenido demasiado aquí.
-¿Adónde vamos, Vida? -le pregunté.
Y la vida me dijo:
-Vamos a la Ciudad del Futuro.
-Ten piedad de mí, Vida -le repuse-. Estoy cansado, tengo los pies doloridos y la fuerza me abandona.
Pero la Vida insistió:-Adelante, amigo mío. Detenerse es cobardía. Quedarse para siempre contemplando la Ciudad del Pasado es Locura. Mira, la Ciudad del Futuro está ya a la vista... invitándonos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario