miércoles, 5 de mayo de 2010

Dos Erres


Los huesos están alineados, como los verdugos los colocaron a la orilla del pozo.
Cientos de hombres, mujeres, niños. Niños. Incontables niños.
Futuros truncados, sueños abortados. Arbustos sin fruto.
Destinos fundidos en aquel baño de sangre.

Perdón y olvido.
No me pidan perdón y olvido
Que otros perdonen para liberarse de su carga del dolor. Que otros olviden para ver hacia adelante.
Yo no quiero.
Déjenme con mi miseria y mis traumas.
Déjenme empantanado en los recuerdos de mi niñez con mi madre y mis hermanos.
Déjenme con este odio, el combustible que me ha hecho sobrevivir.
Déjenme seguir en esta lucha estéril porque se haga justicia.
Déjenme si quiero morir amargado.
Déjenme

1 comentario:

  1. Fuerte, intenso, profundo e impactante. Muy bien escrito y trasmites sin ambigüedades un sentimiento cargado de pasado y de dolor. No te puede dejar indiferente un sufrimiento tan profundo y logras que el lector se sienta contigo en la trastienda, con la luz tenue, a buscar una explicación a semejante atrocidad.

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