miércoles, 3 de noviembre de 2010
Crepúsculo
-Última hora. Última hora. Nos informan desde el lugar de los hechos que hoy se encontró tirado en el basurero un cuerpo desnudo, degollado y con las manos cercenadas. La víctima no portaba documentos y fue imposible identificarlo. Los bomberos indicaron que el occiso era de sexo masculino, complexión delgada y de aproximadamente dieciocho años. Tenía un corazón tatuado en el pecho con la palabra “china” adentro. No pierdan nuestra sintonía, seguiremos informando.
El sol había recobrado su primacía luego de un fugaz chubasco. Oculta tras los arbustos, con los zapatos hundidos en el fango y aspirando esa extraña mezcolanza de olores que caracteriza los camposantos de los abandonados por la fortuna, una joven de llorosa mirada y en avanzado estado de embarazo observaba cómo inhumaban a aquella enésima víctima de la violencia. Esperó a que los sepultureros se alejaran para acercarse. Cayó de rodillas y varias veces golpeó con el puño el promontorio de tierra recién removida. Cuando el día comenzó a despedirse, se alejó arrastrando los pasos. Nadie permanecía en el sitio una vez entraba la noche. Corrían rumores que muchos espíritus vagaban en las tinieblas en busca, tal vez, de una explicación para lograr descansar en paz.
El lugar conocido como la Verbena era la última morada de aquellos desafortunados a quienes la parca había cortado prematuramente el hilo de su existencia. Sólo poniendo el debido cuidado se alcanzaba a esquivar los incontables túmulos que emergían de la colina. Algunos estaban señalados con rudimentarias cruces, en otros se veían marchitos ramos de flores silvestres. Pero la inmensa mayoría estaba perdida en la insensibilidad de las tres equis con las que se rebautizaba a los sin nombre.
Bandadas de zopilotes pululaban por el lugar esperando la hora del festín. Como todos los días, no tardarían en llegar los perros expertos en desenterrar cadáveres de recién llegados aún en proceso de descomposición.
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