sábado, 12 de junio de 2010
Golondrina
Cuántas veces me debatí en la incertidumbre de ignorar si regresarías a mí.
Cuántas veces borré tu número, como que si al hacerlo, se desvanecerían los recuerdos tuyos tatuados en mi corazón.
Cuántas veces, al volver a escuchar tu voz, me dije -déjala, ella no es para ti-
Y cuántas veces, cuando volvía a tenerte entre mis brazos,
y me deleitaba con la dulzura de tus besos,
daba gracias a Dios por haber vuelto a caer.
Eras mi golondrina;
la que luego de volar a saber qué lejanas y peligrosas tierras,
regresabas agotada y sedienta
buscando el cálido nido de mi lecho.
Aún hoy, que la lógica me estrella contra la realidad de tu partida final,
mi desvariada razón me dice que debo conservar la esperanza.
Que un día abriré los ojos,
y volveras a iluminarme con tu maravillosa sonrisa.
Que cuando llegue ese momento volaremos hacia el infinito,
ahora sí, juntos para siempre.
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