No te traje
al mundo a sufrir,
porque el
sufrimiento ya venía contigo.
Está impregnado
en cada letra de tu nombre.
En cada
suspiro que lanza al viento una parte de ti.
No te traje
al mundo a ser admirada,
tu destino
no es ese.
Tú viniste
a enseñarnos que siempre hay una oportunidad de crecer.
A retar
aquello en lo que creemos
a ayudarnos
a comprobar que siempre hay otra manera de ver las cosas.
Esas
pequeñas cosas que pueden generar grandes cambios.
Hoy que por
fin te presentaré al mundo quiero que sepas que lo hago con temor.
Porque te
formé con partes muy íntimas de mi ser.
Por eso no
quisiera que nadie te lastime.
Porque el
dolor que te causen, será también mi dolor.
Pero tenía
que llegar la hora de entregarte al mundo.
Cómo quisiera
que te comprendan, te respeten y te aprecien.
Si ese no
fuera tu destino recuerda que puedes volver a mí.
Yo te
arrullaré como lo hice tantas noches mientras te daba forma.
Adiós mi
querida Hija del Lago
De corazón espero que los dioses te sean
propicios.
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