sábado, 18 de agosto de 2012

NO VOLVERÉ A LLORAR POR TI


¿Cómo pedirte que recuerdes aquellas cartas escritas hace cuarenta años si nunca tuve el valor de enviártelas?

¿Cómo pedirte que recuerdes los lamentos de este corazón que latía solo por ti y que sin querer destrozabas día a día?

Anoche te soñé. Soñé que estábamos sentados en la grama, escuchando a Luis Galich y su inmortal “Vuestros pies”. Entonces recordé que nuestros pies jamás estuvieron juntos en la arena. El estremecimiento de mi cuerpo, en la soledad de este lecho que nunca compartimos, tiñó de melancolía el lluvioso amanecer de tu cumpleaños.

–Felicidades angelito.  –Dije sacando una sonrisa del morral de máscaras que desde que dejé de verte me acompaña. Y aquella estúpida canción invadió mis pensamientos “Que seas feliz, aunque no sea a mi lado. Aunque no sea a mi lado, quiero que seas feliz.”

¿Será posible que luego de más de medio siglo vagando por este mundo que no comprendo, viviendo una vida que no es mía, aún no haya aprendido la lección? ¿De qué sirvió esforzarse por hacer felices a los demás si terminé solo, abandonado, elaborando fantasías para llenar una existencia sin sentido?

Miento. Mi vida tuvo sentido porque te conocí. El que nuestros caminos se cruzaran fue mi delirio y mi tormento. Si pudiera volver a verte no me atrevería a romper el hechizo de jamás haber saboreado tus labios. Me bastaría con arrodillarme para besar las huellas de tus pasos. Ya que el sólo recordar tu nombre hizo que valiera la pena el viaje.

No temas.

Hoy no habrá reproches ni amargos recuerdos de lo que pudo ser y no fue. Hoy es tu cumpleaños, y cómo no sé en dónde estarás, quise escribirte estas palabras para ratificarte ese amor que alguna vez juré sería eterno.

También te juro que ya no habrá más lágrimas.

Las últimas regaron aquel ramo de rosas blancas que deposité ayer sobre tu lápida, que aún no terminaba de secar.

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