David: Que satisfacción hubieras sentido al ver cómo anoche se casaba el tercero de tus hijos. Por cierto conocí a tus dos nietos y palpé en el vientre de tu muchachita al tercero por venir.
Hace tres décadas que de manera imprevista partiste y tu mujer tuvo que asumir la responsabilidad de sacarlos adelante. Y es a esa admirable mujer a quien deseo referirme porque cuando escuché las inspiradas palabras de la persona que escogieron para madrina de bodas, no pude menos de remontarme en el tiempo y reconocer, con humildad y profundo respeto que muchos, incluyendo nuestra bienintencionada pero a veces errada en sus apreciaciones mamá, nos equivocamos cuando decidiste unir tu vida a ella.
Definitivamente Dios sabe por qué permite que sucedan algunas cosas y nosotros, simples mortales cual hormigas que se arrastran por el mundo, a veces osamos criticar sus obras desde la limitada perspectiva que nos da nuestra posición. Por eso deseo destacar la lucha, la perseverancia, el sacrificio que ella ha puesto por tanto tiempo y que anoche coronó al ver que el último de sus hijos partía a iniciar su propia vida.
¿Recuerdas aquella vez que me contaste cómo ella te salvó la vida frente al ataque nocturno que sufrieron en la laguna fronteriza con el Salvador? Ella, pequeña, frágil (al menos de cuerpo) tomó la ametralladora y rechazó a los subversivos del vecino país que huían hacia Guatemala, mientras literalmente te arrastraba herido fuera de la línea de fuego. Esa fue la primera señal. Por alguna razón ella había aparecido en tu vida para cuidar de ti y de las semillas que dejarías apenas acabadas de brotar.
Luego vino el suplicio de tu muerte, muerte estúpida a manos de uno de los tuyos, cuando tu hijo mayor no llegaba a los ocho años y tu pequeña apenas tenía uno. No puedo ni imaginar a lo que ella se enfrentó, sola y sin mayores recursos, para sacarlos adelante. No cualquier mujer hubiera podido con esa tarea David, allí se corroboró que tu decisión de escogerla estuvo alineada con la voluntad divina.
Anoche, cuando la madrina la honró enfrente de los que asistimos al matrimonio de tu hijo, no pude más que reconocer la sabiduría de ese reconocimiento. Porque si bien pocas serían las palabras que puedan decirse ante la grandeza de su sacrificio, ese merecido homenaje cerraba un círculo que habíamos dejado abierto tantos que, arrastrados por el ego, nunca reconocimos que nos equivocamos al juzgar tu decisión, decisión que no dudo fue avalada por la fuerza que habita en el más allá.
Hermano, ahora me toca a mí cerrar el círculo contigo y suplicarte que me perdones. No supe asumir mi papel para guiarte y apoyarte en los momentos difíciles de tu vida. Espero que te hayas dado cuenta cuánto sufrí con tu muerte y cuánto me he arrepentido de haber sido tan inmaduro de no dar ese paso que hubiera ayudado a restañar las heridas que sin darnos cuentas se habían abierto. Anoche al ver a tus nietecitos y enterarme que tus hijos si lograron lo que nosotros no, sentí envidia (de la buena como dice en una canción ranchera), porque ellos si podrán disfrutar el incomparable tesoro de tener un hermano a su lado, en los buenos momentos y en aquellos oscuros.
Si algún día nuestros espíritus se vuelven a encontrar, no quiero que nos esquivemos. Estoy seguro que así como te me adelantaste en tu paso por la tierra, estarás mucho más adelantado en tu evolución astral y habrás descubierto las razones de lo que pasó, así como el calvario que he vivido por años para ir superando tanta mala programación que se alojó dentro de mí en mis primeros años de vida.
Añorado hermano, te felicito, tienes una bella familia. Mi reconocimiento y mis bendiciones a todos ustedes.
Afectuosamente
domingo, 4 de marzo de 2012
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Comparto la nostalgia de un hermano que se me adelantó al otro lado. Entiendo estos sentimientos y aprecio sobremanera las agallas de plasmarlos y compartirlos de esta manera.
ResponderEliminarGracias por sus palabras....
ResponderEliminarRealmente Tío es muy bonito leer todo estas bellas historias..... Cuídate mucho.
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