martes, 18 de octubre de 2011
Mal Sueño
Qué sensación más extraña. Ignoro si estoy dormido o despierto. Apenas reconozco mi barrio, pareciera que un tsunami lo hubiera arrasado. Claro que es una exageración porque estamos alejados del mar. Me cruzo con algunos vecinos pero me ignoran. Caminan ensimismados, con la mirada perdida, como si fueran zombis.
Me faltaba mucho para llegar a casa y subí a un tuc-tuc. Estas motocicletas, a las que se le ha adaptado un asiento doble atrás para llevar pasajeros, son la bendición de los pobres como yo. El piloto ni me preguntó a dónde ir, pareció leerme el pensamiento y comenzó a rodear el cerro.
Conforme nos acercábamos, sentí una inexplicable angustia, tanta que deseaba lanzarme del vehículo, pero un sentimiento extraño me retuvo dentro. El lodo era tan abundante que apenas permitía que avanzáramos, hasta que nos detuvo.
Al fondo observé varios carros de bomberos y mucha gente aglomerada. En donde estaba mi casa se veía un enorme promontorio de piedras y pedazos de árboles. Aún no salía de mi asombro cuando alguien gritó:
― ¡Ayuda! Encontramos a otro.
Muchos corrieron y cavaron afanosamente con improvisadas palas. Yo me acerqué a observar, en ese momento vi a mi esposa llorando, pero había tanta gente que no pude acercarme. Al cabo de unos minutos, sacaron mi cuerpo del fango.
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